La Nueva Medicina Germánica (NMG) o Germanische Heilkunde, nos invita a cambiar la visión que tenemos de la enfermedad. Hasta antes de los descubrimientos del Dr. Hamer, hemos enfrentado el proceso de enfermedad desde el miedo y la ignorancia, tratando de eliminarla, pensando que algo no funcionaba bien en nuestro cuerpo, ahora ya conocemos su origen.

Todo en la Naturaleza tiene ritmos, momentos de más actividad seguidos de momentos de quietud. Es así como existe el día y la noche, el verano y el invierno. Todos nosotros hemos observado la caída de las hojas de los árboles en el otoño, pero ninguno ha pensado que debemos arrancarlo porque se está muriendo, sabemos que se trata de un proceso normal y necesario dentro de su vida.

Si consideramos nuestro biorritmo, veremos que cada persona necesita descansar después de un proceso de estrés: un día agotador, una mala noticia o por ir al gimnasio. No es que esté enferma, es parte del ritmo normal del organismo. ¿Alguno de ustedes considera que está enfermo cuando duerme para descansar? Lo más probable es que no, simplemente saben que tienen que recuperarse para la próxima jornada. A ninguno de nosotros se le ocurriría despertar a alguien a las 3 de la mañana para asegurarse de que todo está bien, porque sabemos que es lo normal, además de necesario. Lo mismo ocurre con los procesos de enfermedad, son procesos biológicos necesarios en nuestra vida.

¿Qué relación hay entre la enfermedad y nuestro biorritmo?

La relación se entiende al comprender la naturaleza de la enfermedad. El Dr. Hamer descubre que las enfermedades son parte de un Programa Biológico Especial de la Naturaleza con Pleno Sentido, que está perfectamente regulado en dos fases: una de estrés (simpaticotonía) seguida de una de reparación (vagotonía). Cada fase es parte de este biorritmo, el cuál debe respetarse para recuperar la salud.

La medicina convencional ha ignorado este ritmo día/noche para la aplicación de sus tratamientos e intenta controlar lo que el cuerpo hace con un propósito. Un ejemplo de esto se ve en los hospitales, donde se mantienen por medio de medicación los signos vitales a un ritmo constante en los pacientes. Es el caso de la presión sanguínea, en una persona sana ésta baja naturalmente en la noche entre un 10-20% frente a la presión diurna; en caso de un paciente que está recibiendo fármacos simpaticotónicos la presión se mantiene “estable”. Es decir, estimulan el sistema nervioso simpático que es el que predomina en actividad, por tanto, se mantiene al paciente en fase de día, lo que no permite la reparación de la vagotonía natural.

¿Se imaginan el daño que eso puede causar al organismo?

En una persona sana significa no poder dormir y despertar agotada al día siguiente. En una persona enferma, que necesita mayor tiempo para recuperarse, esto puede significar no sólo impedir su descanso, sino también, no permitir la recuperación de la salud.

El Dr. Hamer era un verdadero científico, investigó el proceso de enfermedad con sabiduría, descubriendo que la enfermedad es un proceso necesario para mantener la vida de quienes la experimentan y que se rige por 5 Leyes Biológicas de la Naturaleza, que se cumplen siempre. Intentar frenar o controlar ese proceso, no tiene ningún sentido, sería lo mismo que quisiéramos detener el invierno, en tal caso, nunca veríamos la primavera.