“Mejor, para que no sufra”.
Esta mañana conversaba con alguien que me contaba que una mujer de unos 60 años había sido diagnosticada de cáncer y los médicos habían dicho que no se podía hacer nada, así es que la familia la llevó al hospital para que la sedaran, que era lo mejor para que no sufriera.
Esta historia repetida, que he escuchado demasiadas veces, me hizo escribir esta líneas.
Cuando era niña me producía confusión y consuelo esa frase. Cada vez que iban “a dormir” a un animal parecía que era lo más noble. Incluso en las películas de vaqueros donde el protagonista perdía a su fiel caballo porque se hería al huir de los maleantes y “no le quedaba más remedio” que matarlo “para que no sufra”.
Los niños están más conectados con la verdad antes del adoctrinamiento, por eso, de niña me molestaban estas palabras de consuelo que pretendían que viera al asesino como a un buen hombre, compasivo y empático con el dolor ajeno. Pero en mi corazón y en mi alma resonaba: “eso es matar, no está bien”. Casi siempre guardé silencio ante la mirada decidida de los adultos que eran mi referente.
Cuando ya era adulta mi gata Carlota se enfermó, ya tenía 16 años, la dejé sola en casa una noche y eso no le gustaba. Cuando volví comenzó con diarreas explosivas que tenían mi departamento hecho un desastre. Mi madre de visita me dijo “Es mejor aceptar, Carlota ya te dio todo”, sugiriendo que la llevara al veterinario.
Claro que acepto la muerte, pero es muy diferente promoverla, no tengo complejo de creerme un dios, así es que no soy yo quien decide quien vive y quien muere, ni cuándo.
Si que era desagradable limpiar la mierda esparcida por todo el piso, claro que era desagradable el olor, también era triste bañarla varias veces en el día tocando sus huesos, pero ronroneaba cuando la acariciaba, se acostaba en mi regazo y ¡Estaba Viva! Y si un ser sigue vivo es porque lo necesita, aunque sea para morir en paz, a su ritmo y a su tiempo.
La muerte es un proceso biológico sensato, que debe transitarse, así como llegamos a este mundo después de 9 meses y con un alumbramiento que está sincronizado con nuestra madre, la muerte también es un tránsito sincronizado que debe ser respetado. Yo esperé a que Carlota muriera cuando ella quisiera y lo hizo una mañana, recostada a mi lado.
No han pasado muchos años para que la práctica de “matar para que no sufra” comenzara a practicarse con hombres, mujeres y niños. “No hay nada más que hacer” dicen los médicos, pero la verdad es que ELLOS no tienen nada más que hacer, pero eso no significa que no haya más que hacer. Hay muchas historias de gente que habían desahuciado, pero que no hicieron caso a los pronósticos, se fueron a su casa a descansar y, con el amor dy cuidados de su familia, vivieron muchos años más.
Para confundirnos aún más, han puesto un nombre técnico que no suene a muerte: eutanasia (que significa “buena muerte”). Se habla de que en algunos países “modernos” la eutanasia se está permitiendo, que es por compasión y que es una elección de la persona, pero alguien tendrá que hacerlo. ¿Podemos obligar a alguien a matar?
No seamos ingenuos, hace tiempo que está autorizado el matar por compasión, lleva años practicándose bajo el nombre de “Cuidados Paliativos”. Es una práctica que mata a miles todos los días, pero a nadie parece importarle, mejor nos enfocamos en que nos venden alimentos con aditivos “cancerígenos”.
A veces me parece que nadie quiere enterarse del genocidio de la morfina (en honor a Morfeo) porque todos están dispuestos a sedar a su familiar si un médico lo recomienda. Los familiares de desentienden y se liberan de la responsabilidad de matar y no defender la vida hasta el final. “Los médicos saben” porque han estudiado y dijeron que no hay nada más que hacer, pero se nos olvida que la medicina que se enseña en las Universidades está financiada por los mismos dueños de las farmacéuticas.
¿Creen que alguien que necesita de enfermos para mantener su negocio va a financiar una escuela de medicina donde se enseñe a sanar?. Pues yo pensaría que no.
Sería como que heladería promoviendo las dietas para adelgazar o que un mecánico de automóviles fomentara el uso de la bicicleta entre sus clientes o que un vegano hablara de los beneficio del consumo de carne. No tiene sentido.
“Matar para que no sufra” es una frase cruel y contradictoria que se repite todos los días en los hospitales, donde los pacientes no tienen oportunidad real de elegir otro camino, especialmente, por la presión de sus familiares, que a su vez están influenciados por los médicos y no escuchan los deseos de quienes, supuestamente, aman.
Es una frase cruel porque mientras haya vida existe la posibilidad de sanarse y se le quita el derecho al paciente a tener esperanza y ocurre que un paciente decide morir justo cuando pierde toda esperanza de recuperarse, cuando no ve la salida a su situación.
Es una frase contradictoria porque ¿Quién sufre? ¿Es el cuerpo el que sufre? El cuerpo siente el dolor, pero ¿quién sufre?. Me animo a pensar que sufre el alma, es el alma la que sufre y ¿Cómo es posible que se pueda acabar con ese sufrimiento matando al cuerpo? ¿Realmente acabamos con el sufrimiento?
Tenemos muchas incógnitas sobre qué pasa cuando morimos, algunos tienen el consuelo de la fe, otros no tenemos la audacia para creer en la vida después de la muerte, pero si podemos intuir que lo mejor es no acelerar la muerte. Si todos los SBS de la naturaleza, incluso la gestación de un ser humano, es un proceso sincrónico entre psique (alma), cerebro y cuerpo, que tiene sus ritmos y sus tiempos, cuando matamos al cuerpo antes de tiempo, seguramente, estamos haciendo sufrir a su alma que, tal vez, tenía otros planes. Me atrevo a pensar que muchas de esas almas mueren en la desesperación y no en la paz como nos pretenden hacer creer para tranquilizar sus consciencias.
Escribo para que no te quedes inmóvil ante esta matanza de personas inocentes. Que la medicina universitaria no tenga la cura de alguna enfermedad, no significa que no exista en la Naturaleza, es más, las 5 Leyes Biológicas demuestran que la cura es parte de nuestro diseño y que si logramos entenderlo y acompañarlo, la cura está garantizada. Todos lo hemos experimentado, basta recordar como se regenera nuestra piel tras habernos hecho una herida.
¿Cuánto dolor sentirá el alma cuando las personas que ama están promoviendo el uso de la morfina para acelerar su muerte?
Espero que un día, cuando estas personas que han quedado de “los buenos de la película” porque han promovido la eutanasia en sus familiares, se enfrenten a su propia muerte, nadie las apure, nadie les diga que no hay nada más que hacer, que respeten sus decisiones de vida y de muerte, que alguien las acompañe con tranquilidad y les tome la mano cuando su cuerpo quede vacío de vida, cuando liberen el largo último suspiro alguien los mire a los ojos y les diga “te amo”.
Nadie es dueño de la vida de otro, ni tiene derecho a arrebatársela.
¿Me dices qué han aprobado la eutanasia en tu país? No seas ingenuo, hace décadas que se mata todos los días a miles de pacientes bajo el lema “es para que no sufra”.
A mi déjenme sufrir hasta que mi alma lo decida.